
Hay agua en la Luna. Es la conclusión a la que han llegado los autores de tres estudios científicos diferentes que publica hoy la revista Science. Una de las investigaciones está basada en los datos recogidos por la primera misión lunar de la Agencia India de Investigación Espacial (ISRO), la sonda Chandrayaan 1, que dejó de funcionar el pasado 28 de agosto. Los otros dos trabajos son el resultado de los análisis aportados por las misiones de las sondas Cassini y Epoxi (antes Deep Impact), ambas de la NASA.
"Cuando decimos 'agua en la Luna', no estamos hablando de lagos, océanos o incluso charcos”, explica Carle Pieters, geóloga de la Universidad Brown de Rhode Island y coautora del primer estudio. Más bien “supone la presencia de moléculas de agua e hidroxilo (un átomo de hidrógeno y uno de oxígeno) que interactúan con moléculas de roca y polvo en los milímetros más altos de la superficie lunar", añade Pieters. Es decir, no podríamos darnos un baño en la Luna, pero “si se pudiera estrujar un metro cúbico de suelo lunar obtendríamos un litro de agua”.
Jessica Sunshine, que junto a sus colegas ha trazado un completo mapa infrarrojo de la superficie selenita con los datos de Deep Impact, afirma que sus resultados sugieren que la formación de estas moléculas es un proceso en curso y que el viento solar podría ser el responsable de su formación.
Los artículos sobre la Luna han coincidido con la divulgación en Science de los últimos hallazgos de agua en Marte. Según la NASA, los instrumentos de la sonda Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) indican que, bajo la superficie de cinco cráteres situados entre el polo Norte y el ecuador del planeta rojo, hay agua. Según Shane Byrne, científico de la Universidad de Arizona, "el hielo marciano es un vestigio de un clima más húmedo, quizás de hace varios miles de años". Además, la pureza de este hielo es sorprendente, “de un 1 por ciento de polvo y un 99 por ciento de hielo”, puntualiza Byrne.