MÓNADAS.
Mónada ¡qué brillante idea!
Creo que mónada vienen a ser algo así como el alma de los seres. Lo que los hace singulares, es decir, únicos.
Debido a sus mónadas los seres no SON meramente, sino que SON ALGO y tienen cualidades que les son características.
Cada cual tiene su propia mónada. Y nadie puede apropiarse de la mónada de nada ni de nadie, salvo si se apropia del individuo entero. Ni puede prescindir de la propia mónada, si no es a costa de la propia vida.
Puede que mónadas de Leibniz no sean las que estoy describiendo ¡da lo mismo! En todo caso serán mis mónadas.
Cuando hablo de alma lo hago en sentido figurado. Porque posiblemente no existan las almas, ni sean -como parece ser que son cuando se describen- una especie de gas imperceptible que está alojado en cada cuerpo animándolo. De tal modo que un alma no tiene viabilidad si no es en un cuerpo. Y un cuerpo sin alma no es más que un cadáver.
Como descripción de algo real seguramente esté muy mal, pero como metáfora está muy bien.
No se qué es lo que pasa realmente. Pero lo que parece que pasa es que las almas pilotaran los cuerpos. De modo que no pueden salir del suyo para pilotar otro. Aunque si pueda sojuzgar a otro que esté pilotado.
Tales pensamientos me asaltan a veces cuando veo a la gente. Se ve que cada uno es como es y va consigo permanentemente. Y ve a los demás desde sus ojos.
Y aunque nadie puede verse el cogote, ni la espalda, ni el culo, ni oír su propia voz, ni verse venir, o alejarse, no puede evitar estar siempre, continuamente, consigo mismo, con su ego, con su modo de ser, con su mónada.
Y mirando a alguien me pregunto ¿no se aburrirán de verse o de sentirse a todas horas del día o de la noche dentro de ese cuerpo serrano? ¡Nadie puede intercambiar su cuerpo con el de nadie! Ver lo que otros ven, sentir lo que otros sienten.
Y se nota como cada uno se ha preparado, se ha acicalado, se ha lavado, se ha peinado, se ha vestido para dar una imagen conforme con su mónada. Puede que se haya corregido la altura con tacones, el semblante con maquillajes y en la peluquería. La silueta con la ropa, y con suplementos y complementos varios.
Es un espectáculo ver, o por lo menos presentir, como las mónadas, que son invisibles, se hacen casi visibles, porque van modelando los cuerpos donde están alojadas.
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