La extrema pobreza que experimentan varios países africanos está llevando al resurgimiento de una práctica que afanosamente la Sociedad de Naciones primero, y la ONU después, trataron de abolir en el siglo XX: la esclavitud. Pero si durante el auge del tráfico de esclavos, practicado por reinos africanos y potencias europeas desde el siglo XVI hasta el XIX, la “mercancía” más codiciada fuera del continente eran los varones adultos, hoy en día, aunque se encuentran esclavos adultos -por ejemplo malienses en las plantaciones de cacao de Costa de Marfil- son los niños los más codiciados para trabajos comerciales y explotación sexual en África Occidental (conocida como la “costa de la esclavitud” por los europeos en el siglo XVII).
Hasta hace poco, el fenómeno era mayormente percibido como exclusivo de sociedades como las de Angola, Sudán, Somalia o Chad -donde incluso niñas de 10 años eran siervas y concubinas en bases militares rebeldes-. Pero ahora, incluso en las regiones relativamente pacíficas, el tráfico está creciendo. Si bien de forma oficial sus gobiernos se oponen al tráfico, los países en que se da en mayor empuje son Benín, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Gabón, Nigeria y Togo.
En África Occidental, tradicionalmente, la responsabilidad de educar a los niños se le ha dado al sistema de “familia extendida”, que es expresión de la solidaridad comunitaria. Pero la creciente necesidad por trabajo remunerado está erosionando los valores tradicionales de comunidades que alguna vez pusiera límites al abuso de niños.
Pululan los intermediarios, entre los vecinos Benín o Togo, que buscan niños entre las familias rurales pobres de esos países, por ejemplo, que realizan “operaciones transfronterizas”. En algunos casos, les basta apostarse fuera de las casas y secuestrarlos; a veces, se proveen de niños que ingresaron a las áreas urbanas en busca de sustento. Pero muchas otras veces sólo necesitan persuadir a los padres diciendo que los niños recibirán adiestramiento en alguna profesión o buena educación si trabajan para una familia acaudalada. Adicionalmente, suelen agregar a su sistema persuasivo una mínima cantidad de dinero en efectivo (que suele no superar los 15 dólares y casi nunca supera los 30). Una vez arrebatados de su hogar, en su nuevo destino, los niños no reciben paga ninguna. Quedan encadenados a los traficantes o a quienes los hayan comprado.
Pululan los intermediarios, entre los vecinos Benín o Togo, que buscan niños entre las familias rurales pobres de esos países, por ejemplo, que realizan “operaciones transfronterizas”. En algunos casos, les basta apostarse fuera de las casas y secuestrarlos; a veces, se proveen de niños que ingresaron a las áreas urbanas en busca de sustento. Pero muchas otras veces sólo necesitan persuadir a los padres diciendo que los niños recibirán adiestramiento en alguna profesión o buena educación si trabajan para una familia acaudalada. Adicionalmente, suelen agregar a su sistema persuasivo una mínima cantidad de dinero en efectivo (que suele no superar los 15 dólares y casi nunca supera los 30). Una vez arrebatados de su hogar, en su nuevo destino, los niños no reciben paga ninguna. Quedan encadenados a los traficantes o a quienes los hayan comprado.
2 comentarios:
Es una pena la esclavitud, pero más aún si la sufren los niños... Un post excelente.
interesante articulo,no obstante añadir que muchos de los lideres de estos paises son los culpables de que eso ocurra allí.
SALUD Y REPÚBLICA.
Paco Peña Martínez.
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